viernes, 8 de julio de 2011

EL NORTE DE PUNO ES EL TURISMO

El diario Los Andes en su sección de Cultura publicada el 26 de junio escribió Fernando chuquipiunta Machaca, el titulo del texto es “La Ruta del Umasuyo”, en el cual nos da a conocer una entrevista realizada al profesor e historiador huancaneño Leoncio Sejje Mamani. Según este docente existe la necesidad de darle valor al potencial ecológico, histórico y cultural de las provincias del norte de nuestra región, pues desde su perspectiva no están siendo promovidas adecuadamente y que las pocas iniciativas optimistas quedan truncadas por la falta de interés de sus propias autoridades quienes están más dedicadas en un sueño mercantil.

Por otro lado también indica que la zona norte posee un gran potencial turístico como para que el visitante pueda quedarse mayor tiempo, de esa manera podrán dejar algunos dólares. De este párrafo puedo rescatar dos frases importantes: “conciencia turística” y “adecuación de condiciones”, estos términos deben ser tomados como lema para instituciones educativas, pues si se quiere desarrollar proyectos turísticos estos deben empezar educando a sus pobladores y que mejor si lo hacen desde los menores, de esa manera si podrán llegar a ser destinos turísticos.

Más adelante Leoncio Sejje Mamani nos da algunas alternativas para realizar viajes de turismo, en ellas pone como ejemplo a los distritos de Taraco y Pusi que cuentan con una variedad de restos arqueológicos e incluso restos fósiles de millones de años, también nos da a conocer las diferentes manifestaciones culturales de Huancané, del mismo modo nos habla de las aguas termo-medicinales de San Antonio de Putina; sin embargo lo más interesante es cuando nos indica sobre la selva puneña y en especial sobre “ El Candamo”, pues desde mi punto de vista esta reserva nacional posee grandes potenciales para desarrollar el ecoturismo.

Por: Saul Cusihuallpa Halire.

sábado, 2 de julio de 2011

SANTUARIO DEL LAGARTO: LOS PETROGLIFOS DE BOCA CHAQUIMAYO EN SAN GABÁN, PUNO, PERÚ

Saliendo de Juliaca, la carretera que será parte del Tramo IV del corredor vial interocéanico Perú – Brasil, atraviesa primero las altoplanicies de la provincia de Azángaro, asciende por la Cordillera Oriental pasando cerca del pueblo de San Antón, vence el abra de Oquepuno, a 4800 msnm, divisoria de aguas entre las cuencas del Lago Titicaca y el Amazonas, para luego descender rápidamente hacia Macusani, capital de la provincia de Carabaya, a 4300 msnm, y pocos kilómetros más adelante, por la vertiente oriental de los Andes, penetra hacia la ceja de montaña y la selva de Puno. A 110 km desde Macusani y cerca de tres horas y media de viaje en vehículo de doble tracción, necesario todavía por tener que atravesar dos ríos de caudal traicionero en el último trayecto, se llega al centro poblado de San Gabán, situado a 800 m sobre el nivel del mar.

Hice el viaje en el mes de octubre, acompañado por personal de la Municipalidad de Carabaya (Amilcar Abarca, responsable de Defensa Civil, y Daniel Apaza, Regidor para el distrito de Ayapata), con el fin de visitar un sitio de grabados rupestres en la selva de Puno del cual había visto, meses atrás, imágenes sugestivas en un video municipal sobre los atractivos turísticos de la provincia. Venía preparado para llevar a cabo un primer registro y documentación de estos petroglifos prácticamente desconocidos fuera de la región de Carabaya.

Con ayuda de los acompañantes, todos buenos conocedores de la zona, ubicamos con facilidad el sitio de los petroglifos a apenas 2 km de distancia del pueblo, en un terreno plano y ligeramente elevado, entre la carretera principal que conduce a Puerto Maldonado y el cañón del río Chaquimayo que desemboca, cerca de allí, en el río San Gabán. Es por la cercanía a esta desembocadura, que el sector lleva el nombre de Boca Chaquimayo. La ubicación del sitio junto a un río y cerca de la convergencia de dos ríos, es una característica de muchos yacimientos rupestres de la Amazonía y está, al parecer, relacionada con aspectos mitológicos y religiosos de las etnias que ocupaban estas regiones en épocas precolombinas.

Aunque la carretera con el puente de concreto que atraviesa el angosto cañón en las inmediaciones de las rocas grabadas, le quita una porción sensible de su magia original, el sitio no sólo sigue cautivando al visitante por la cantidad y variedad de signos y figuras enigmáticas grabadas en los bloques de piedra, sino también por su entorno, la exuberante vegetación de la selva y particularmente por esta profunda garganta serpenteante, cavada en la roca madre por la fuerza abrasiva del agua del río Chaquimayo que al salir de este encierro involuntario forma un remanso de agua cristalina en un recodo del río, ideal para zambullirse y refrescarse del calor sofocante del mediodía.

Pero volvamos a los petroglifos. Estos se encuentran grabados en un conjunto de cinco bloques pétreos ubicados cerca del borde superior del angosto cañón del río Chaquimayo. Los bloques tienen forma alargada y todos tienen su eje central orientados hacia el este. Dos rocas tienen forma de grandes planchas ligeramente inclinadas, ambas con algo más de 3 m de largo, llegando a un ancho máximo de 1,8 m, con aprox. 1 m de grosor. Se encuentran sostenidas en la parte inferior por bloques de piedra de menor tamaño y rodeadas por zanjas profundas, probablemente cavadas en tiempos pasados por saqueadores en busca de objetos de valor. La piedra al borde del acantilado, está dividida en dos partes: una ancha y larga y la otra más angosta y corta. Es interesante observar que los artistas aprovecharon esta división natural para crear dos composiciones distintas, siendo las figuras humanas y zoomorfas en la sección angosta en el extremo de la roca, de dimensiones notablemente más grandes que los motivos figurativos en el complejo e imbricado panel en la sección ancha.

Bastaba una primera mirada a los petroglifos para convencerme de la importancia del sitio para el estudio de las manifestaciones rupestres de la Amazonía peruana. Había visto personalmente los famosos petroglifos de Pusharo en el Parque Nacional del Manu en Madre de Dios y la piedra grabada de Xinkiori en territorio de los Huachipaeri de Kosñipata, Cusco, y tengo conocimiento de segunda mano de numerosos sitios de petroglifos en la provincia cusqueña de La Convención, así como en el departamento de Junín -‑estos últimos estudiados por el arqueólogo Rogger Ravines en los años ochenta--, de modo que bastaba una primera mirada para comprender que los grabados pertenecían a una tradición muy distinta a los otros lugares mencionados. La riqueza iconográfica, la técnica de piqueteado empleada, la combinación y el entrelazamiento de motivos figurativos con una gama muy variada de motivos geométricos y abstractos, no la había visto en ningún otro sitio amazónico conocido hasta la fecha en el Perú. Llama particularmente la atención en Boca Chaquimayo la gran cantidad de figuras de lagartos de diferentes tamaños, representados solos, unidos con otros lagartos por las colas, o conectados con líneas sinuosas o meándricas.

El lagarto es indudablemente el motivo dominante de Boca Chaquimayo por lo que se me ocurrió bautizar el sitio con el nombre de “Santuario del Lagarto”. La cabeza triangular de algunos ejemplares hace pensar que más que lagartijas se trata de la representación de cocodrilos, que en tiempos prehispánicos pudieron haber abundado en la zona. Es muy probable también que el lagarto o el hombre-lagarto haya jugado un papel importante en los mitos de las etnias amazónicas que se habían asentado en la región, probablemente cientos de años antes de la llegada de los españoles.

Aparte del lagarto encontramos la serpiente, la figura de un ave con un ala extendida y varios otros animales de difícil identificación. Tampoco faltan figuras antropomorfas, la más grande de ellas armada con un arco y un objeto alargado no identificable. El tercer motivo figurativo en cuanto a frecuencia es el astro solar, radiado. El sol más grande, delineado y de rayos que se bifurcan como las ramas de un árbol, mide medio metro de diámetro. Los demás soles son considerablemente más pequeños y con el disco vaciado. No es usual encontrar tal cantidad de soles en petroglifos de la selva peruana.

Aunque son los motivos figurativos los que atraen la mirada, éstos son superados en cantidad por los geométricos y abstractos. En varios casos, las figuras zoomorfas y antropomorfas han sido grabadas en estrecha relación e interconexión con ellos. Líneas onduladas o meándricas que terminan en, o comienzan con, figuras de lagartos u otros animales. Triángulos concéntricos, círculos, agrupación de puntos, rectángulos delineados o vaciados. En las grandes planchas de rocas antes mencionadas, hay tal profusión de grabados entrelazados que resulta una tarea complicada intentar separar los motivos. Se observa una continua transición de un motivo a otro, formando composiciones sumamente imbricadas o verdaderos laberintos.

Aunque en los petroglifos de Pusharo se puede observar una característica similar, los grabados de Boca Chaquimayo se diferencian claramente por la técnica empleada (vaciado del interior de la mayoría de las figuras en vez de delineado, piqueteado superficial en vez de percusión con pulido posterior de surcos) y la presencia de motivos zoomorfos y antropomorfos reconocibles como tales. Entre los antropomorfos destaca por su gran tamaño la figura mencionada de un cazador o guerrero, que sostiene un arco en una de sus manos. A su lado, una cabeza humana o máscara con los rasgos faciales básicos. Más a la derecha, una extraña figura amorfa con cabeza semicircular separada del tronco. Y al costado de ella otra figura antropomorfa, al parecer una mujer, de cintura redondeada, sin cuello, con los brazos levantados y flexionados, a manera de orantes. Debajo de ella un conjunto entrelazado de huellas tridígitas.

Dos largas líneas paralelas en zigzag posiblemente representen serpientes que atraviesan el panel de uno de los bloques grabados en sentido del eje central. Se interconectan con líneas sinuosas que dan forma a otras figuras en un conjunto de grabados difíciles de desenmarañar. En medio de esta compleja composición, se observa un cuadrúpedo de cola y pescuezo largo, representado en vista “aérea”. La cabeza redonda, el cuerpo ancho y abultado, la larga cola y las patas traseras arqueadas hacia arriba recuerdan a un mono o un lobo de río. Sorprende la similitud con representaciones zoomorfas en la Amazonía brasileña. Más hacia la derecha y arriba, una figura humana, al parecer también femenina, con las piernas extendidas y dobladas. Entre ellas, justamente en la zona genital, emerge un apéndice corto y recto que termina en un círculo: claramente ¡la representación de un parto!

A poca distancia y algo más abajo, dos máscaras de forma rectangular la una y ligeramente ovalada la otra, boca y ojos en ambas caras indicados mediante un gancho en U. Y figuras lagartiformes por doquier, unidas en cópula o solas, de cuerpos pesados y colas largas, algunas alargadas con una raya fina, hecha con una herramienta cortante. El lagarto más grande es representado con dos cabezas. Quizás se trate en este y otros casos, de la representación de un hombre-lagarto, un motivo recurrente en la Amazonía y el piedemonte oriental de los Andes.

La distribución y densidad de los grabados no es homogénea en los cinco bloques. Mientras que dos rocas muestran una gran concentración de petroglifos, en una encontramos solamente el motivo del lagarto. En la única piedra, cuya superficie grabada tiene una posición casi vertical, no solo dominan las figuras de lagartos claramente sobre los demás motivos que son soles, rectángulos vaciados, líneas sinuosas y cruces, sino se encuentran representadas por separado y todas orientadas en la misma dirección, con los ejes de sus cuerpos hacia arriba o hacia abajo.

No sabemos de cuáles de las etnias amazónicas han sido los autores de los petroglifos o en qué época éstos hayan sido producidos. Futuras excavaciones científicas en el lugar (antes de que la maquinaria pesada de las empresas constructoras del Tramo IV destruya los vestigios) podrían aportar datos que permitan esclarecer su pertenencia cultural. Un estudio detenido de los grabados nos ayudará quizás a acercarnos a la comprensión de los significados de algunos de los íconos o combinaciones de figuras y de la función del sitio. La representación de la cópula y del parto hace pensar que se trata de un lugar de culto relacionado con la fertilidad, la reproducción. Pero igualmente puede tratarse de un lugar sagrado de la etnia (desembocadura de un río), donde se perpetuaba en las piedras, como parte de un rito ancestral, la imagen del cosmos, la trama de determinados mitos, la creación y la metamorfosis de los seres supranaturales, de los héroes culturales o de los espíritus de la etnia.

Los petroglifos de Boca Chaquimayo requieren de una documentación minuciosa en situ, previa limpieza completa de las piedras que están cubiertas con restos vegetales, musgos y tierra. Preocupa la pronta ampliación y asfaltado de la carretera interoceánica que pasa a pocos metros del sitio. Invoco a los responsables de la obra, respetar al máximo este legado cultural amazónico singular y financiar tanto excavaciones arqueológicas de salvamento en el lugar (antes de proceder a la ampliación de la carretera con maquinaria pesada) como la puesta en valor del sitio, con énfasis en una adecuada protección contra actos de vandalismo.

Preocupa también el proyecto municipal de un balneario justamente en la salida del cañón, con tobogán y otras construcciones de concreto, con lo que no sólo se daría el golpe de gracia a la belleza natural y tranquilidad del lugar, sino aumentaría también el peligro de deterioro o de la destrucción de los petroglifos por la acción de visitantes del balneario.

Para San Gabán, la construcción de la carretera interoceánica indudablemente traerá muchos beneficios económicos El fomento del turismo podría representar una fuente adicional de ingresos, para parte de la población, tomando en cuenta la existencia de varios atractivos naturales de la zona. Los petroglifos de Boca Chaquimayo, patrimonio cultural y arqueológico sobresaliente tanto por su variedad iconográfica, estilo, simbolismo, técnica utilizada y emplazamiento, podrían ser integrados en la oferta turística del Tramo IV de la Interoceánica y, como recurso cultural no renovable, convertirse en un modelo de protección y puesta en valor.

Por : Rainer Hostnig (Austria, 1949)।

http://casadelcorregidor.pe/colaboraciones/_biblio_Hostnig-R.php



CARABAYA: HISTORIA Y BELLEZA

Escribe: Christian Reynoso

Los paisajes naturales y las diversas manifestaciones culturales, sociales y económicas de la provincia de Carabaya, ubicada en el norte de la región Puno, se convierten en un viaje fotográfico al alcance de los lectores, en el libro “Carabaya: paisajes y cultura milenaria”, de reciente y lujosa edición. El autor: Rainer Hostnig, un investigador austriaco, afincado desde hace años en el altiplano peruano-boliviano, que se interesó en escudriñar los bellos secretos de esta provincia a partir de su descubrimiento y difusión de las pinturas rupestres y petroglifos en varias zonas de Carabaya.

El apoyo del Gobierno de Vorarlberg en Austria y la acertada decisión en Sesión de Consejo de las autoridades de Carabaya en la gestión de Nancy Rossel para aprobar y destinar fondos a este proyecto, hicieron realidad la edición del libro. Hostnig trabajó ad honorem.

El libro está organizado en diez capítulos. Se hace referencia al contexto geográfico y socio económico de la provincia de Carabaya. Asimismo, al contexto histórico en relación a la época pre inca, colonial y republicana. De igual forma, capítulos dedicados al patrimonio biológico, arqueológico y arquitectónico virreinal y republicano. También estudios sobre las técnicas y ceremonias agropecuarias ancestrales, arte rupestre, montañas sagradas y bosques de roca. Destaca el capítulo “Minas y lavaderos de oro”, donde se relata la historia de la mina de oro Santo Domingo, explotada por los comerciantes Francisco Velasco y Manuel Estrada, gracias al descubrimiento de un campesino de Macusani en 1890 y que luego sería vendida a petroleros estadounidenses fundándose la Inca Mining Company. Del mismo modo, se pone en alerta que las actuales explotaciones mineras “se concentren y se desarrollen en un área con importantes recursos paisajísticos” con una alta probabilidad de generar contaminación y daño ecológico.

El libro también puede leerse y apreciarse como una guía turística de la provincia de Carabaya y sus diez distritos, gracias a la información incluida en los Anexos. Sus hermosos paisajes y atractivos como el nevado Allincapac, la laguna Allpicota de color turqueza, al pie del Complejo Arqueológico de Pitumarka, en Ayapata, o la catarata de Tupuri en San Gabán, incitan el interés de cualquier viajero ávido de nuevos escenarios y prácticas de andinismo. Por ello, resulta importante la implementación de una política de promoción cultural turística de la provincia. Justamente, este libro es un aporte a ese objetivo.

El libro ha sido presentado en el Congreso de la República y en la Asociación Cultural Brisas del Titicaca en Lima, además en Puno, Carabaya y Cusco। Lo único lamentable, que no podemos dejar de mencionar, es la falta de un mecanismo eficiente de parte de la municipalidad para la distribución del libro dentro y fuera de Puno y del país. Ciertamente, somos muy pocos los afortunados de tener entre manos dicha publicación. Ojala la nueva gestión edil no guarde en los almacenes del municipio este bonito tesoro.

FUENTE DE INFORMACIÓN:

http://www.losandes.com.pe/Cultural/20110102/44870.html



miércoles, 29 de junio de 2011

RASTREANDO LA VIDA EN EL ALTO TAMBOPATA


ESCRIBE: CRISIA MALAGA

El proyecto comenzó con la idea que mezclar dos formas de viaje que permanecían divorciadas. El turismo de aventura, excitante, adrenalínico, una especie de desafío al peligro cuyo premio es ir hasta donde pocos llegan y observar parajes sólo accesibles a estos exploradores. Y el turismo científico, inquisitivo, reservado para los apasionados del conocimiento, que buscan entender la naturaleza y las formas de vida tan disímiles que habitan en ella. Para los responsables de la iniciativa, la Revista Rumbos y la Asociación Latinoamericana de Deportes de Aventura (ALDEA), no fue fácil conseguir los recursos necesarios para 11 días de exploración a través de las selvas menos exploradas de Puno y Madre de Dios. Sobre todo por el hecho de que eran necesarios equipos de avanzada tecnología para garantizar el éxito de la primera expedición enteramente conformada por peruanos que partiría hacia este intrincado territorio. El primer grupo que se aventuró a realizar la ruta del Alto Tambopata, que va desde San Juan del Oro (Puno) hasta Puerto Maldonado, lo hizo en 1980 y les tomó 18 días. Luego esta ruta se ofreció sólo a turistas extranjeros debido a los altos costos que significaba, hasta que el terrorismo la convirtió en zona roja. Sin embargo, a finales de la década de 1990, algunas agencias de viaje empezaron a ofrecer la ruta nuevamente en el exterior. Desde ahí, pocos han cumplido con el requerimiento del Instituto Nacional de Recursos Naturales-Inrena de llevar un guardaparque en el equipo. Para cumplir con la cuota de aventura sin que nadie salga herido, se tuvo que buscar guías que conocieran las características climáticas de la zona y -muy importante- las mañas del caudaloso Tambopata. "Es así como contactamos a Chando Gonzáles y su equipo de la agencia de viajes Mayuc, formado por Alvaro Sabogal, Luis Vizcarra y Leonardo Gonzáles, quienes guiaron la expedición con un gran profesionalismo y un impresionante dominio", nos cuenta Wally Valderrama, con 20 años de experiencia en canotaje. Y finalmente, para darle a la expedición un verdadero componente científico, se contactó a la ONG Conservación Internacional, quien señaló al biólogo Juan Loja como el más adecuado para cumplir la misión: realizar el estudio de la flora y fauna locales subido en un bote inflable y surcando un río que en algunos tramos mostró rápidos de grado III y IV. Bien, con todo asegurado, el 23 de agosto partió la comisión integrada por los expertos guías, el biólogo Juan Loja y los remeros voluntarios Francisco De la Puente, Dafne Salas, Eduardo Santa María, Alejandro Lira y Carlos Coloma. Con ellos fueron también el fotógrafo Armando Rodríguez y el guardaparque de INRENA, Freddy Espinosa. De Juliaca a Putina Punco, fueron 22 horas en las que los expedicionarios pasaron junto al Lago Titicaca y rodearon el nevado Ananea, a casi 5,000 m.s.n.m para luego internarse a través de una estrecha garganta que los llevó cuesta abajo. "El paisaje cambió rápidamente de un intenso frío a un clima cada vez más templado y húmedo", nos cuentan. Y es que en esta parte del trayecto se comienza a mostrar la exuberante vegetación típica del bosque nublado. Luego de pasar por las provincias puneñas de Sandia y San Juan del Oro, el grupo llegó finalmente a Putina Punco. Ahí comenzaría la "acción", ya que desde aquí el acceso sólo es posible en bote inflables. Antes de partir, los guías se dispusieron a preparar los equipos, conformados por botes de carga y de pasajeros, un kayak y un duky de seguridad, teléfonos satelitales, GPS y nada menos que 500 kilos de comida para los días siguientes. "A la altura en la que nos encontrábamos, 1200 m.s.n.m, el Tambopata lucía increíblemente estrecho y nos hizo pensar cómo serían los primeros días de navegación antes de que se tornase en un ancho y sinuoso río de selva" reflexiona el fotógrafo Armando Rodríguez, recordando sus impresiones del viaje. El informe científico que realizara Juan Loja posteriormente narra los pormenores de toda la travesía, informando sobre los principales avistamientos y, a la vez, dejando traslucir la complacencia que le pudiera producir observar tan impresionante naturaleza: "Durante los primeros cuatro días el paisaje se mostró poblado de bromélias y orquídeas, que se dejaron ver con una frecuencia de más de diez especies diferentes por treinta metros recorridos", narra en su informe, en el que resalta, además, la presencia de helechos arbóreos evidenciando la buena salud del ecosistema. La siguiente observación del mismo informe no es tan alentadora, "La presencia de poblaciones en esta parte de la zona de estudio pone en evidencia la utilización de recursos naturales y muestra el establecimiento de chacras, cacería, tala de árboles maderables, etc." Más adelante Juan Loja agrega "Estas tendencias de ocupación territorial hacen pensar que en muy poco tiempo los sectores aledaños al Parque Nacional Bahuaja Sonene estarán ocupados casi en su totalidad, situación que ejercería una notable presión sobre los recursos naturales dentro de esta área natural protegida" Y es que, últimamente, el Bahuaja Sonene y la Reserva Nacional Tambopata han cobrado relevancia mundial como parajes ambientales. De hecho, la revista National Geographic acaba de nombrar esta región, con otras seis en el mundo, como refugios naturales del planeta. La biodiversidad aquí alcanza más de 600 especies de aves, 174 especies de mamíferos, 100 de reptiles y anfibios, 232 de peces y 1,200 de mariposas. Sin embargo, entre los pobladores locales la "conservación" es un tema que despierta iras y controversias. Las comunidades asentadas dentro del Parque Nacional Bahuaja Sonene reclaman que el proceso de ampliación de esta ANP fue hecho sin la participación de ellos. Y es claro que varios ven en el tema medio ambiental, sólo un obstáculo para la construcción de una carretera y una pista de aterrizaje que perciben como necesidades apremiantes por la condición de aislamiento en la que se sienten. Volviendo a la ruta, al cuarto día de navegación y a la altura de la zona denominada El Cañón, el grupo tuvo que enfrentar los rápidos más fuertes del río Tambopata , "Sobretodo nos preocupaban los que los guías llamaban monstruo 1 y monstruo 2" (de grado IV de dificultad), nos comenta nuevamente Armando Rodríguez. El Cañón es la puerta de entrada hacia el bajo Tambopata, donde se deja atrás el clima de ceja de selva para pasar al de selva baja. Como en toda aventura, después de pasado el peligro, una invaluable recompensa premió a los "sobrevivientes". Huellas de jaguar (Panhera onca) primero, y después el avistamiento de la sachavaca (Tapirus terrestris), la capibara (Hydrochaeris hydrochaeris) y hasta la nutria de río (Pteronura brasiliensis). Bien lo expresa Loja "La presencia de mamíferos, grupo taxonómico ideal para identificar la salud de un ecosistema, evidenció la ausencia de grupos humanos en esta parte del trayecto". Al sexto día la meta era llegar a la desembocadura del río Távara, formado por la confluencia de los ríos Candamo y Guacamayo, último tramo del viaje. Felizmente, después de diez horas de navegación en un río ancho y lento, típico de selva baja, el grupo llegó conforme a lo planeado. "Aquí fuimos recibidos por una nube de mosquitos y una ofendida manada de 40 huanganas (Tayassu pecari) que sintieron su territorio invadido. Fue un momento de mucho temor pero igual logramos acercamos lo suficiente como para observar su comportamiento en estado salvaje" nos comenta, divertido, Wally Valderrama. El séptimo y octavo días no fueron faltos de avistamientos: encontraron huellas de tapir y venado, además de caimanes, paujiles (Crax mitu), y la rarísima taricaya (Podocnemis unifilis), actualmente en vías de extinción. Al regresar de tan excepcional vivencia, los integrantes de la expedición opinan que, a pesar de que nueve días son poco tiempo para comprender la problemática que apremia a todos los involucrados en esta región de Puno y Madre de Dios, esta aventura ha permitido sacar conclusiones básicas que reflejan su estado y ha logrado llevar la mirada de los medios hacia ella. Esperamos que esta iniciativa se convierta ahora en un catalizador, que despierte la inquietud de la comunidad científica y ponga en marcha un plan concertado de trabajo para el desarrollo sostenible del Tambopata. Y que, a través de un trabajo conjunto entre el INRENA y los demás actores mencionados, se logre la conservación de estos ecosistemas de características tan peculiares, así como el bienestar de sus pobladores. Recuadro - Durante el recorrido se hallaron un total de 24 especies de mamíferos distribuidos en 24 familias. Se tuvo contacto con 60 especies de aves, 2 especies de reptiles y 3 de anfibios. Entre los artrópodos se encontraron un total de 59. Además se pudieron ver 45 especies de plantas -Varios testigos mencionaron la producción de coca en las cuencas del Alto Tambopata. Los agricultores mencionan el interés de intensificar este cultivo debido a incentivos de algunos compradores intermediarios, aun cuando saben que esta actividad constituye una alternativa muy insegura. -Actualmente están en proceso de elaboración los Planes Maestros del Parque Nacional Bahuja Sonene y la Reserva Nacional Tambopata। Este documento es clave para lograr el establecimiento y funcionamiento de estas Areas Naturales Protegidas. El equipo para la elaboración de los Planes Maestros viene realizando un proceso participativo.

FUENTE DE INFORMACIÓN:

http://www.biodiversityreporting.org/article.sub?docId=825&c=Peru&cRef=Peru&year=2003&date=February%202003